domingo, 3 de diciembre de 2006

EL PROFETA ISAIAS

EL PROFETA ISAÍAS



La persona

Isaías es uno de los más grandes profetas bíblicos. Aunque gran parte de su vida estuvo inmerso en problemas políticos ― cuando el Reino de Israel estaba por caer en manos de Asiria ― su mensaje sigue siendo muy actual.

Desarrolló su ministerio en la segunda mitad del siglo VIII a.C., en Jerusalén durante el reinado de Ozías, Jotán, Acaz y Ezequías. Nacido hacia el 760 en una familia aristocrática, fue un hombre culto y cercano a círculos de sabios y de funcionarios reales.

Exhortó a Judá, asediada por el ejército asirio, a confiar sólo en Dios y a conocer sus caminos. Una leyenda judía tardía recogida por la obra apócrifa La Ascensión de Isaías, narra su martirio bajo el reinado de Manasés, quien lo habría aserrado por la mitad.


El libro

El libro de Isaías es muy largo: consta de 66 capítulos. No se puede atribuir a Isaías en su totalidad, sino que hoy se distinguen en él tres partes, correspondientes a tres períodos sucesivos, que van desde el siglo VIII al V a.C.: el primer Isaías (caps. 1-39) que contiene oráculos de esperanza y de juicio divino contra Judá y otras naciones, data del siglo VIII y fue compuesta en parte por Isaías y en parte por sus discípulos.

El segundo Isaías (caps. 40-55), llamado el “libro de la consolación” data de finales del exilio de Babilonia (siglo VI) y contiene la predicación de un profeta anónimo sobre el tema de la salvación: anuncia que la liberación de Judá está próxima.


Finalmente, el tercer Isaías (caps. 56-66) es obra de varios autores posteriores al exilio. Denuncia los pecados del pueblo elegido y evoca la restauración de Jerusalén. Intima a Israel a defender el derecho y la justicia, porque la salvación divina está por manifestarse. Las tres obras fueron organizadas por un redactor final.



El mensaje

Su experiencia vocacional lo hace constatar la indignidad humana ante la santidad de Dios. Anuncia la grandeza de Dios, Señor del mundo y de la historia, y la necesidad de proclamar su gloria al universo entero. Uno de sus temas principales es el de santidad o trascendencia de Dios. La fórmula “Yahvé, el Santo de Israel” está presente en todo su libro.


Ahora bien, la opresión de los débiles es una ofensa a la santidad de Dios; por eso, Isaías habló con fuerza de la justicia social estrechamente ligada a la santidad divina. Su mensaje abarca dos grandes puntos: la cuestión social, al inicio de su actividad y la política, a partir del 734.


En su denuncia social fue influido por el profeta Amós. Critica a la clase dominante por su lujo y orgullo, por su codicia desmedida y sus injusticias, y denuncia el que estas injusticias quieran compaginarse con una vida “religiosa” centrada en el culto (‘el que peca y reza empata’).


En su postura política recuerda al pueblo que las promesas de Dios a David y a Jerusalén exigen como respuesta del pueblo la fe sólo en Dios y no en las seguridades humanas. Isaías con su predicación pretendió convertir a sus contemporáneos. Sus denuncias sociales, sus críticas a autoridades y jueces buscan un cambio de conducta: “Dejen de hacer el mal, aprendan a hacer el bien.


Busquen el derecho, protejan al oprimido, socorran al huérfano, defiendan a la viuda… Si obedecen y hacen el bien, comerán los frutos de la tierra; si se resisten y son rebeldes, los devorará la espada” (Is 1,16ss).

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